Rincones
Córdoba, la de las tres culturas donde las tres religiones supieron convivir en paz, es un lugar para perderse. Sus calles encaladas de blanco, sus balcones llenos de geranios, sus patios con olor a jazmín y sus plazuelas emanando el olor de los naranjos nos trasportan a otra época. Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias. Regresará del llanto adonde fue llevada con su desierta mesa con su ruidosa cama. Florecerán los besos sobre las almohadas. Y en torno de los cuerpos elevará la sábana su intensa enredadera nocturna, perfumada. El odio se amortigua detrás de la ventana. Será la garra suave. Dejadme la esperanza. Ver fotos ampliadas