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Mostrando entradas de enero, 2011

Arbórea danza

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Aunque le faltan las armas, pueblo de cien mil poderes, no desfallezcan tus huesos, castiga a quien te malhiere mientras que te queden puños, uñas, saliva, y te queden corazón, entrañas, tripas, cosas de varón y dientes. (Pinchar para ampliar) Bravo como el viento bravo, leve como el aire leve, asesina al que asesina, aborrece al que aborrece la paz de tu corazón y el vientre de tus mujeres. No te hieran por la espalda, vive cara a cara y muere con el pecho ante las balas, ancho como las paredes.

Nieblas (II)

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Abrazado a tu cuerpo como el tronco a su tierra, con todas las raíces y todos los corajes, ¿quién me separará, me arrancará de ti, madre? (Pinchar para ampliar) Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará, si su fondo titánico da principio a mi carne? abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa, ¡nadie! (Pinchar para ampliar) Madre: abismo de siempre, tierra de siempre: entrañas donde desembocando se unen todas las sangres: donde todos los huesos caídos se levantan: madre.  

Nieblas (I)

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Yo que creí que la luz era mía precipitado en la sombra me veo. Ascua solar, sideral alegría ígnea de espuma, de luz, de deseo. (Pinchar par ampliar) Sangre ligera, redonda, granada: raudo anhelar sin perfil ni penumbra. Fuera, la luz en la luz sepultada. Siento que sólo la sombra me alumbra. (Pinchar par ampliar) Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo. Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles dentro del aire que no tiene vuelo, dentro del árbol de los imposibles.

A flote

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No es un juego, es supervivencia. Los niños egipcios se juegan la vida por unos euros sentados en un trozo de tabla de surf y unas maderas a modo de remos. De esta guisa “asaltan” las faluchas de los turistas para conseguir llevar algo a casa. Carne de yugo, ha nacido más humillado que bello, con el cuello perseguido por el yugo para el cuello. (Pinchar para aumentar) Nace, como la herramienta, a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado.

Sombra

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Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno.  Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno.   Cardos y penas llevo por corona, cardos y penas siembran sus leopardos y no me dejan bueno hueso alguno.  No podrá con la pena mi persona rodeada de penas y cardos: ¡cuánto penar para morirse uno!